Yo experimento el desquicio como el resultado de unas cuantas fuerzas que tiran en distintas direcciones: deberes, aspiraciones, disciplina, pereza, miedo, etc. El desquicio propulsa este blog. Escribir aquí me genera una sensación de movimiento y tiene un efecto balsámico. Aunque dura poco, eso sí.
El desquicio aflora en cuanto renuncio a las distracciones y al consumo, sea del tipo que sea. Internet está listo para el entretenimiento inmediato, pero yo me resisto y me siento a escribir porque así me parezco a los artistas que se enfrentan al bloqueo creativo. Si no te pareces a quien admiras, al menos confórmate con algo superficial que esté más a tu alcance y que genere una ilusión de semejanza.
Ser contradictorio es agotador. Me quejo de muchas cosas, entre ellas los quejicas, y me flipo tanto como el más flipado, aunque no suela exteriorizarlo. Ser consciente de ello genera culpa y más contradicción. Darle vueltas a esto es mi pasatiempo favorito. Es un ciclo que se retroalimenta y se vuelve infinito.
Qué flipe el infinito. He cogido el concepto más grande y lo he metido en un contexto muy cutre.
“Algún día crearé algo genial”, me digo. Será una gran contribución que ayudará a mucha gente. Cuando ocurra me lo agradecerán, pero yo seré muy humilde y diré que no es para tanto. Si no me lo agradecen no tendré la oportunidad de demostrar mi humildad y me fastidiará enormemente.